Según el artículo de Manuel Calderón en las páginas de cultura del 17-10-2010 de larazon.es leemos:
Días antes del 8 de noviembre de 2006, poco antes de que el martillo diera por vendido, o se quedara en el aire, el cuadro «El bebedor de absenta», de Picasso, un juez anuló la subasta porque uno de los herederos del primer dueño de la obra alegó que su venta era ilegal. Argumentaron que su antepasado, el banquero judío Paul von Mendelssohn-Bartholdy’s vendió el cuadro y el resto de su gran colección bajo coacción y a bajo precio, acuciado por el régimen nazi. Entre las pruebas que sus herederos presentaron ante un juez de Nueva York figura la documentación que demuestra que, entre 1933 y 1935, la banca alemana forzó a Mendelssohn-Bartholdy’s a poner en el mercado su colección.
Ahora, los herederos (también lo son del compositor Felix Mendelssohn) han retirado su denuncia, una vez que un juez les ha dado la razón, lo que permitirá que su actual propietario lo vuelva a sacar a subasta. Eso está por ver, porque se trata de Andrew Lloyd Weber, autor de célebres músicales como «Evita», «Cats» y «El fantasma de la ópera», quien compró «El bededor de absenta» en 1994 por 26,5 millones de euros. Pero la Fundación de Arte Andrew Lloyd Weber no quiso quedar como un coleccionista que se dedica a comprar obras incautadas por los nazis y con tal fin sacó un comunicado en el que decía que el banquero Mendelssohn-Barholdy’s no era judío, sino un «católico converso», ni su mujer mujer Elsa, que fue quien la vendió.
Lloyd Weber –que durante muchos años había cedido la pintura a la National Gallery de Londres– podría volver a sacar en subasta la pintura «El bebedor de absenta». En 2006 el precio de salida era de 60 millones de euros.
El triste Fernández de Soto
Este cuadro está marcado por el destino, quizá por la propia vida desgraciada de su protagonista, Ángel Fernández de Soto, un amigo de la época barcelonesa de Picasso que encarnó lo contrario de lo que el pintor llegó a ser. Compartieron noches de bohemia en cabarets y prostíbulos. Murió en Barcelona en 1937 una noche de bombardeos atropellado por una ambulancia. De él existen dieciséis retratos. «El bebedor de absenta» está fechado en 1903 y es un claro ejemplo del período azul. Elegante y melancólica, los nazis la consideraron una obra «degenerada».
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